"Nuestras
imperfecciones pueden hacernos perfectos para otros"
Este virus se ha vuelto incubar en mí. La espalda tibia, mi
frente y dedos fríos. Esa droga se encuentra hasta en el aire, ya ocho días has
trascurrido luego de que mi organismo la recibiera. ¿En realidad si surge
efecto?
No sé en qué momento, cuánto tarde en hacer lo que un
glóbulo blanco. Soy muy impaciente pero
viendo mis actos, demuestro todo lo contrario. Llevo en tregua un buen tiempo,
fueron temporadas de un poco de descanso, se anduvo bastante, se pensó mucho
más. No sé para qué repito lo mismo de diferentes formas, estoy perdiendo la
capacidad de crear cosas interesantes.
Hay seres que opinan que es mejor no darle energías a lo que digo, pues son muy
pocos las veces que se concilia algo. Y es verdad, no llego a nada, lo vuelvo a
mirar fijamente, trasportándole tanto que pareciera que doy todo de mí, el solo
responde como un buen receptor, nada más.
¿Para qué tanto rodeo?
Su tibieza es única, sus movimientos precisos, su peso, tierno. Los
conectores y finales que usa para mí son respetuosos, llegan a ser hasta
graciosos.
Creo entender, la conexión no es mutua y debo seguir en
tertulia con el silencio.
Uno, dos, tres, ahora, el cuatro, quédate aquí, el calor
humano te gusta, lo recuerdo. No te preocupes, cuando esté triste o feliz lo
sabrás, compartiré contigo eso y mucho más. No dejaré que te vayas, dos días
después, te tengo más en mente, en la mañana ya veo otra onda, en el transcurso
de la tarde con mis dedos intento dibujarte, de nuevo la noche, en ella
suavemente te siento. Si se siente tan bien no hay que dejarlo, no permitiré que
sea un vicio más, si te gusta y es agradable en diferentes escenas; para todo
su momento, mantenlo al tanto, a tu lado.
Mira la diferencia, mira las huellas. Mira el tiempo con
detenimiento. Mira tú mirar, míralo y únelo con el mío. ¿Ves la igualdad?
Escrito por: Alejandra Molina.
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