EL NÚMERO 4.

"Nuestras imperfecciones pueden hacernos perfectos para otros"

Este virus se ha vuelto incubar en mí. La espalda tibia, mi frente y dedos fríos. Esa droga se encuentra hasta en el aire, ya ocho días has trascurrido luego de que mi organismo la recibiera. ¿En realidad si surge efecto?

No sé en qué momento, cuánto tarde en hacer lo que un glóbulo blanco. Soy muy  impaciente pero viendo mis actos, demuestro todo lo contrario. Llevo en tregua un buen tiempo, fueron temporadas de un poco de descanso, se anduvo bastante, se pensó mucho más. No sé para qué repito lo mismo de diferentes formas, estoy perdiendo la capacidad de crear cosas interesantes.

Hay seres que opinan que es mejor no  darle energías a lo que digo, pues son muy pocos las veces que se concilia algo. Y es verdad, no llego a nada, lo vuelvo a mirar fijamente, trasportándole tanto que pareciera que doy todo de mí, el solo responde como un buen receptor, nada más.
¿Para qué tanto rodeo?  Su tibieza es única, sus movimientos precisos, su peso, tierno. Los conectores y finales que usa para mí son respetuosos, llegan a ser hasta graciosos.
Creo entender, la conexión no es mutua y debo seguir en tertulia con el silencio.
Uno, dos, tres, ahora, el cuatro, quédate aquí, el calor humano te gusta, lo recuerdo. No te preocupes, cuando esté triste o feliz lo sabrás, compartiré contigo eso y mucho más. No dejaré que te vayas, dos días después, te tengo más en mente, en la mañana ya veo otra onda, en el transcurso de la tarde con mis dedos intento dibujarte, de nuevo la noche, en ella suavemente te siento. Si se siente tan bien no hay que dejarlo, no permitiré que sea un vicio más, si te gusta y es agradable en diferentes escenas; para todo su momento, mantenlo al tanto, a tu lado.


Mira la diferencia, mira las huellas. Mira el tiempo con detenimiento. Mira tú mirar, míralo y únelo con el mío. ¿Ves la igualdad?

Escrito por: Alejandra Molina.

Comentarios