DÍA 1

Ahora los capítulos llegan tarde, como cuando eres subdesarrollado. 

Quiero salir a paso lento, fundiendo algunos bombillos, pensando en la hora final de la forma menos trágica y perturbante, no creo que a alguien le interese lo que suceda, se olvidará pronto como lo hace de todo, al fin y al cabo somos seres humanos.
Lo estuve pensando y en verdad quisiera llegar a tal nivel de locura que ya no sea titulada así, sino como estabilidad y realidad.
Pienso en ti, en cómo poder borrar mi sentir, en cómo dejarte ir sin un abrazo y que no me interese, ni me afecte, pienso en qué estarás pensando, me imagino a tu lado, dejándome invadir por tu voz, vigilando tus pasos para actuar rápidamente en caso de emergencia y me pregunto una y otra vez, ¿Qué decisión tomaste?
Estoy frente a una pantalla escribiendo con mirada decaída y movimiento pausado, girando repetitivamente hacia el frente de mi butaca, esperando que respondas a mi último mensaje enviado desde ésta mañana, siendo ahora las 20 y 46, así es, esperando que llegue la excusa de hacerme más daño y volverte hablar.
 Durante todo el día visitaba el frío haciendo parecer que miraba al infinito común, cuando en realidad si miraba al infinito, el mío, tú. Solo dos veces nuestras miradas se cruzaron, decían tanto una a la otra en dos segundos cada oportunidad que con más palabras quedaba llena mi garganta. Al caer el sol debía tomar una decisión, quedarme y esperarte, darte importancia o irme, hacerte entender que cambiaría. La situación radicaba en que no sabía que preferirías, ni cómo lo tomarías en realidad, pero mis ganas de verte eran tan grandes como mi cansancio frente a la vida, así que me quedé, vi una sonrisa, alumbró todo lo que del foco de mis ojos existía en el momento, esperaba más de ti cuando caminábamos hacia lo que para mí  es una “barrera”, me fui esperándolo. Esperé durante varios minutos el medio en el que llegaría a casa con ganas inmensas de devolverme corriendo a alcanzarte y decirte miles de cosas en un tono notable… pero ¿Para qué? Si lo último que te dije lo hice en el tono bajo (escrito) y fue el causante de tu nueva actitud.
¿Qué pasa? ¿Por qué no dices nada? Eres capaz de hacer lo que yo no, desaparecer.
Aún no me voy a dejar de soñarte pero si dejo de escribirte… éste no es mi mejor esfuerzo para dejar de sentirte.

Las 22 horas con 8 min… ninguna palabra de parte tuya llega. 

Escrito por. Alejandra Molina.

Comentarios