EL MITO DE LA TRANSMISIÓN DE LA EMOCIÓN

Un día una mujer iba caminando por el campo y vio una hermosa flor, le sorprendió, creía que era fantástica y se preguntó ¿Cuál será la planta que da ésta bella flor? Siguió andando y dio con ella, le hizo conocer sus emociones al ver lo que de ella nacía. Lo increíble de ésta planta era que cada capullo tenía un toque diferente en su tiente.

Cada vez a la mujer le gustaba más sus diferencias pero ya transcurrido un tiempo la planta percibía que sus facultades no eran lo que solían ser, pues sus flores ya no causaban el mismo efecto en ella. El problema estaba dentro, en la profundidad de su ser, los recursos para maravillar y seguir mezclando sus colores se estaban agotando, debido a que permitió que la conexión entre su mente (razón) y su corazón (intangible) dejara de fluir. La comunicación de su imaginación con el alrededor disminuía, persistía la monotonía y el arte comenzaría a tener más exactitud.

Sin embargo, esa información la guardó en su interior y se desenvolvió en otros aspectos de su desarrollo, ya en algún lado de su tallo central se encontraba la inconformidad de su don.
En una tarde la mujer se dio cuenta que la planta bajó su producción, habían ramas en las que no había sino hojas. Le preguntó que le sucedía, ella se encontraba algo confundida porque no recordaba mucho de lo que había pasado, era su deber encontrar lo que hacía falta para contarle. La mujer insistía, la planta respondía pero aún no encontraba lo que anteriormente había almacenado.

En una noche de penumbra la planta comenzó a organizar sus ideas y en lo más recóndito, todo aquello se hizo fresco.

La mujer fue herramienta para que la planta detectara su inconsistencia. Ahora será instrumento para demostrarle que sus nuevas creaciones son la perfecta mezcla de un auténtico asombro.

Escrito por: Alejandra Molina.

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